miércoles, 19 de diciembre de 2012

LUISANA LOPILATO “Esta Navidad, mi deseo en el arbolito es ser mamá”

De Roma –donde debutó en la RAI– a Vancouver –donde la espera su marido-, hizo un brevísimo stop en Buenos Aires. La actriz llevará a toda su familia a su casa canadiense para celebrar la Navidad con los Bublé. Los preparativos, el particular “sistema de regalos”, la intimidad de los rituales y su carta de pedidos a Santa.

Exhala. "Tenía ganas de venir un rato –no lo hacía desde julio–. ¡Y de dormir en mi cama!", dice como quien se regala una exquisitez. Nuestra cita es el último stop antes del regreso al ruedo de las millas. "Estar en casa me hace feliz", suelta. Intima, Luisana Lopilato (25), de Roma a Canadá hizo escala en Buenos Aires.
UNA BUONA STAGIONE. Cuando el director (Paolo Manfrini) la apartó de la audición diciendo "devo parlare con te", pensó: "Hasta acá llegué". Ella se había equivocado, pero el jefe de casting de la RAI –que insistió durante dos años–, claramente no. A esa altura ya era Silvia, joven madre viuda, parte del tejido de conflictos de dos familias enfrentadas por el business del vino en Una Buona Stagione, miniserie (dramón) que se estrenará en marzo.
–Amás en inglés. Trabajás en italiano. ¿Capacidad políglota o sarasa perdonada por la belleza? 
–Algo entiendo. ¡Hasta tengo pasaporte italiano! (bromea). Y aunque incorporé bastante el idioma, mis guiones eran en español. El director prefería evitar gesticulaciones raras. Allá el doblaje es un arte. A muchos actores se los identifica como "la voz de Brad Pitt", por ejemplo.
Desde su ventana veía el zoo (Bioparco) romano. Durante 136 días, adaptó su hogar al metraje de la suite de un paquetísimo hotel de Villa Borghese, que admitió sin vueltas la estadía de Simón, su maltés de ocho años (los 4 perros y 7 gatos, como algún otro que no haya podido reasignar de los que recoge en cada visita, quedan a custodia de su madre).
–Me imagino que fuiste blanco seguro de los lances… 
–¡Los italianos son terribles! Todas las noches salía a comer con Simón, que se sentaba en la silla de al lado, como si fuese mi cita (se ríe). Al pedir la cuenta, me avisaban que ya estaba todo pago y alguien me saludaba desde la otra punta del salón. Jamás me invitaron tanto en la vida.
–¿Cuál es tu receta para tu matrimonio a la distancia? 
–Hoy hablaba de eso con mi profesor de tenis. Porque a él le preguntaban,"¿qué onda Luisana?, ella acá, Bublé allá". Y la verdad es que Mike y yo nos vemos más de lo que suponen. No pasan más de dos semanas de separación. Por necesidad, es casi una pauta en la pareja. El venía a Roma hasta por un mes, lo que pasa es que nadie se entera.
–Pero tantas fanáticas e italianos… ¿nada de fantasías que perturben? 
–Juro que no hay celos. El conoce mi entorno y yo el suyo. Sabemos dónde y con quién estará el otro porque hablamos un promedio de diez veces por día. Parte del secreto es la comunicación: nos contamos qué nos pasa cuando nos pasa. Eso evita resentimientos. Por ahí, aparecen los celos cuando estamos juntos… (se ríe). Me embola un poco cuando salgo con él y me ignoran, por más que me lleve de la mano. Las chicas se vuelven locas y no me registran. Pero últimamente, cuando veo que se vienen, saco pecho y encaro: "Sí, hola. ¡Está conmigo!" (bromea...en serio).

Leé la nota completa esta semana en revista GENTE. (
http://gente.com.ar/nota.php?ID=17907)

La vuelta al hogar

 
“Tenía ganas de venir a Buenos Aires. ¡Y de dormir en mi cama! Aquí en casa, soy feliz”, admite Luisana.
 
 

 
“Esa noche, los Lopilato cocinamos empanadas para los Bublé. Hacemos el relleno entre todos, hasta Mike se prende con el repulgue. Y ellos nos preparan crema de alcauciles”

 

 
“Sé que voy a ser una mamá muy obsesiva y algo severa con la disciplina. Mis hijos no dirán malas palabras y se irán a la cama temprano”


  
“Mike y Yo le pedimos un hijo a Papá Noel”
Llevó a su familia –madre, padre, hermanos y sobrinita– a celebrar la Navidad en su casa de Vancouver junto a los Bublé: “Los Lopilato hacemos empanadas y Mike toca el piano”. Además, revela detalles de su vida de casada: “Con mi marido armamos picnics en la cama, y rezamos juntos todas las noches”.

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